lunes, 22 de marzo de 2010

Mensajeros o chasquis



Condiciones de resistencia, mente despejada, fidelidad, confianza y reserva fueron atributos de los chasquis criollos que cruzaron la Patria naciente con mensajes y partes. Agregaban su destreza para cabalgar, su pericia en la técnica del viaje propiamente dicho y, desde luego, conocimiento del terreno y habilidad para interpretar las huellas, con lo cual sintetizaban, en uno, los tipos del baquiano y del rastreador. No sólo transportaban correspondencia, sino también dinero y mensajes importantes y secretos, confiados a su memoria y a su reserva inquebrantable, más dignas de fe que los pliegos lacrados. Estos podían ser violados por enemigos, o por indios, pero su fidelidad jamás. Además de los peligros humanos: salteadores, malones indígenas, partidas enemigas, afrontaban los de la naturaleza desatada en tormentas e inundaciones o flagelada por los incendios de los campos.
Los chasquis tenían su apoyo, su complemento indispensable en las postas, donde renovaban su cabalgadura y descansaban cuando las circunstancias lo permitían. Cumplieron un papel de importancia económica y práctica, por una parte, pero, por otra, fueron con frecuencia protagonistas de hechos históricos, y se desempeñaron sin comprenderlo del todo, como difusores de noticias y agentes de cultura. Actuaron como un germen personalizado del periodismo: fueron verdaderas "gacetas ambulantes", como dicen los hermanos Robertson refiriéndose a Leiva, el correo por ellos contratado hacia 1815, para comunicarse entre Corrientes y Goya. Años después, Martiniano Leguizamón encontraría en su casa paterna al viejo correísta, que conocía las principales familias de Entre Ríos, "de cuyos secretos fue leal depositario en más de una ocasión" ... "Nada era capaz de detenerlo en el cumplimiento de su deber. Para él no había más que un anhelo y una preocupación: llegar a su destino en el día señalado. ¡Y ni el frío, ni el sol, ni los ríos desbordados, ni los peligros de los bosques fueron capaces de hacerlo faltar jamás! En las postas se sabía la hora precisa de su llegada y ya le esperaban con el caballo listo para proseguir el camino a galope tendido, con su inseparable valija de correspondencia en la grupa. Los habitantes del campo le reconocían desde lejos por los remolinos de polvo que alzaba en su precipitada marcha; y cuando tenían necesidad de sus servicios le salían al encuentro; satisfecha la curiosidad o anotado el pedido en la tela maravillosa del cerebro, seguro de que ya no la olvidaría jamás, encendía un cigarrillo, apretaba la mano de su interlocutor, hincaba la espuela al caballo y volvía a emprender viaje a través de las llanuras... para perderse enseguida en la penumbra trémula de los montes (Recuerdos de la tierra)."
Por extensión se les llamó chasquis a mensajeros calificados, como el comandante Leiva, que viajó en nueve días de Catamarca a San Nicolás, para entregar un mensaje al general Urquiza, o como Calixto R. Gauna, llamado "el gaucho Gauna", soldado de Güemes, que realizó la proeza de llegar a Buenos Aires galopando desde Salta, en sólo ocho días, para traer la adhesión del Cabildo salteño a la revolución de Mayo. El primer Gobierno patrio quiso conmemorar esta hazaña dando el nombre de "camino de Gauna" a la ruta seguida; en la entrada a la Capital, es la actual calle Gaona, en la que se ha alterado el verdadero nombre del admirable jinete salteño.
Crónica Histórica Argentina


No hay comentarios: