lunes, 22 de marzo de 2010

Recuerdos de tiempos idos


La colaboración sobre "mensajeros o chasquis", me hizo recordar una anécdota que escuché siendo niña, en épocas donde eran largas la sobremesas y nos quedábamos escuchando las historias que contaba mamá, extraordinaria narradora, que nos atrapaba con sus relatos:
El abuelo Sabiniano Capdevila era Correo en la zona rural. Se ocupaba en llevar los mensajes a los distintos puestos y estancias de la zona. El abuelo ya estaba enfermo, por lo que estimo que sería en 1910 ó 1911, aproximadamente. El día se presentaba lluvioso y a medida que pasaba el tiempo la tormenta se manifestaba con mayor intensidad. Había que llevar un telegrama hasta una estancia vecina. No había quien llevara el mensaje porque los hermanos mayores estaban trabajando. La abuela Trinidad Barraza, envolvió el telegrama en un pañuelo de seda, lo ató al pecho del Tío Carmelo, (el hermano menor que tendría 5 ó 6 años), lo subió al caballo, lo arropó con el poncho y le indicó el camino a seguir. Todos lo despidieron con una oración en los labios. Y allá partió Carmelito, raudamente, entre los relámpagos que zizagueaban el cielo y los rayos que crepitaban al caer. Y este pequeño chasqui, desafiando la adversidad, llegó a la estancia con el mensaje. Allí lo atendieron generosamente, le dieron de comer y lo llevaron de vuelta a su casa, cuando emprendieron el viaje al pueblo.
Cuando nosotros protestábamos, como habían mandado un niño tan pequeño, en plena tormenta, Mamá nos contestaba:
-No había otro a quien mandar y había que cumplir con el deber.
Y así se hizo la Patria, con los grandes hombres que la soñaron libre e independiente, pero también con la gente común que le ofrendó su sacrificio, su coraje, su heroicidad.
gsf.

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